Normativas, Certificaciones Medioambientales y Estándares de Construcción

Normativas, Certificaciones Medioambientales y Estándares de Construcción

  • Publicado por fundamenta
  • On 26/03/2016
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  • arquitectura, certificados energéticos, eficiencia energética

Normativa

La normativa oficial de edificación de cada país establece una serie de requisitos mínimos para la sostenibilidad, y sus exigencias varían según la orientación política y social en cada caso. Gran parte de esta normativa se centra en el control del consumo energético —calefacción, refrigeración, agua caliente sanitaria y electricidad— durante del uso del edificio, y reflejan, aunque de un modo más sucinto, otros aspectos de la sostenibilidad.

El problema de dichas normativas es su dependencia de los sistemas políticos, que varían con el tiempo, y de la industria de la construcción que ejerce presión en su redacción. Por ello, en las normativas oficiales no se definen mecanismos para sancionar productos con un mal balance energético o soluciones que emiten gases nocivos en el proceso de su elaboración, uso o destrucción.

En el ámbito internacional destaca la iniciativa de la Unión Europea para reducir los gases de efecto invernadero (CO2 equivalente) en un 90 % para 2050. Dentro este marco se ha redactado una serie de leyes europeas de mejora de la eficiencia energética y el uso de energías renovables en la construcción.

Como parte de la Unión Europea, España está obligada a trasladar las directivas del Parlamento Europeo a las leyes nacionales. Las directivas europeas “Energy Performance of Buildings Directive” (EPBD) se van trasladando al Código Técnico de la Edificación español (CTE) y quedan reflejadas en el Documento básico de ahorro de energía en la edificación (DB-HE), donde definen las características energéticas pasivas y activas de un proyecto de arquitectura, sin pretender englobar todos los criterios de sostenibilidad definidos por las normas internacionales. El DB-HE se entiende como un primer paso hacia una construcción más sostenible, susceptible de mejorar en muchos de sus conceptos.

Todos los países miembros de la Unión Europea están obligados a actualizar estas normativas cada tres años para endurecer las exigencias energéticas en la construcción. En este sentido, aún no se ha desarrollado una herramienta legal eficaz para mejorar el comportamiento energético de los edificios antiguos, responsables de la mayor parte de las emisiones de gases nocivos al medio ambiente. No obstante, y en el ámbito europeo, existe una amplia gama de iniciativas políticas locales, regionales y nacionales para el fomento de la rehabilitación energética del parque construido.

En el marco del compromiso de la Unión Europea del 20-20-20, la directiva 2010/31/UE del Parlamento Europeo ha establecido nuevas pautas más exigentes para mejorar la eficiencia energética (el objetivo es reducir un 20% el consumo de energía primaria, un 20% las emisiones de CO2 y cubrir al menos el 20% del consumo con energías renovables) . En esta directiva se determina el concepto de “energía casi nula”, como referencia para las construcciones futuras.

Por otro lado, en muchos países latinoamericanos con clima tropical, las normativas hacen más énfasis en la reducción del consumo eléctrico (nevera, electrodomésticos, iluminación, etc.), dado que el consumo de calefacción y aire acondicionado es todavía bajo. Sin embargo, el funcionamiento energético precario de muchos edificios de autoconstrucción, la calidad pésima del aire en las grandes urbes y las tendencias de las clases altas de igualar su estilo de vida al de los países desarrollados (Estados Unidos, Canadá o Europa) despiertan cada vez más la conciencia sobre la necesidad de mejorar el confort climático junto con la eficiencia energética de los edificios.

Certificación medioambiental

Debido a la complejidad del concepto de sostenibilidad, en las últimas dos décadas se han desarrollado diversas normas ISO (Organización Internacional para la Estandarización) para cuantificar los índices de sostenibilidad en la edificación. Estas normas, intentan englobar todos los aspectos de la sostenibilidad, y son mucho más completas que las normativas vigentes sobre sostenibilidad. Es importante entender que estas “normas de sostenibilidad” aplicadas a la edificación son de carácter voluntario, pero que podrían servir para futuras normativas nacionales con carácter obligatorio.

A raíz de dichas normas ISO, en las últimas dos décadas han visto la luz una serie de herramientas que cuantifican la sostenibilidad de un proyecto o edificio, y que son conocidas como “sistemas de calificación y certificación ambiental”. Existen tres organizaciones que controlan las herramientas de evaluación ambiental en la construcción:

World Green Building Council (WGBC), la asociación más conocida, donde prevalecen los criterios de la filial estadounidense United States Green Building Council (USGBC).

International Initiative for Sustainable Building Environment (IISBE), una organización sin ánimo de lucro implantada fundamentalmente en el ámbito académico. Promueve la investigación y la formación en el campo de la sostenibilidad, y desarrolla la herramienta SBTool para su aplicación en los países emergentes.

Sustainable Building Alliance (SBA), una asociación internacional creada con el fin de desarrollar un procedimiento común de evaluación a partir de la definición de indicadores básicos.

Además de estas tres organizaciones, recientemente está surgiendo un nuevo perfil de asociaciones de evaluación ambiental con una filosofía más independiente que la de las grandes empresas multinacionales, como, por ejemplo, el International Living Building Institute o el 2030 Challenge.

Hoy en día existe una veintena de herramientas basadas en estas normas ISO, la más conocida de las cuales es LEED (Leadership in Energy and Environmental Design), desarrollada por el USGBC y basada en normativa estadounidense. La mayor parte de los edificios certificados LEED (principalmente edificios de oficinas y comerciales) se encuentran en EE.UU., aunque existe una fuerte tendencia hacia la internacionalización del sello, que tiene presencia en más de 90 países, sobretodo en Latinoamérica.

BREEAM es el equivalente británico, con más difusión en la Unión Europea, mientras que la española VERDE puede servir como ejemplo de herramienta desarrollada para un mercado local. A diferencia de esta última, de implantación exclusiva en España, los sistemas LEED, BREEAM o el alemán DGNB tienen una política agresiva de conquista de mercados de ámbito global, y desarrollan estrategias de marketing similares a las de las grandes empresas multinacionales.

Las certificaciones medioambientales cuantifican el impacto ambiental a lo largo de las seis etapas de vida de un edificio:

• Planeamiento urbanístico: se cuantifican aquellos impactos medioambientales generados por las decisiones urbanísticas (por ejemplo, las infraestructuras).

• Producto: se cuantifican aquellos impactos medioambientales generados en el proceso de producción de los materiales de construcción.

• Transporte de materiales: se cuantifican aquellos impactos medioambientales generados por el transporte de materiales de construcción hasta la obra.

• Construcción: se cuantifican aquellos impactos medioambientales generados durante la obra.

• Uso del edificio: se cuantifican aquellos impactos medioambientales generados durante el uso del edificio. La parte más importante de esta etapa es el consumo energético del edificio y la energía que requiere el mantenimiento.

• Fin de vida: se cuantifican aquellos impactos medioambientales generados en la destrucción y reutilización del edificio (o de partes del mismo).

Para cada una de las etapas se asignan unos criterios de sostenibilidad que relacionan los diferentes aspectos en la edificación con los impactos ambientales. La asociación internacional SB-Alliance ha definido un total de 116 criterios para valorar la sostenibilidad en la edificación. En función del clima y de las necesidades socioculturales de cada región o país, cabe elegir los más relevantes para la zona (por ejemplo, el criterio de reutilización de aguas pluviales tiene un importancia diferente si el edificio se encuentra en Reino Unido o en España).

A cada criterio se asocian uno o más impactos e indicadores. Un impacto ambiental define un cambio en el medio ambiente resultado de la actividad humana vinculada a la construcción, uso y derribo de un edificio; este impacto ambiental queda cuantificado por un indicador medioambiental (por ejemplo, el CO2 equivalente en el caso del cambio climático).

Una característica común de las certificaciones ambientales es su enfoque global hacia la sostenibilidad. Ofrecen un sistema para cuantificar la sostenibilidad, pero no proponen procesos determinados ni soluciones concretas. Además, pocas herramientas valoran la arquitectura pasiva, pues únicamente miden el consumo energético del edificio. De esta manera, un edificio mal proyectado (con mala orientación, poca protección solar, etc.) puede conseguir la mejor clasificación medioambiental con un sistema de instalaciones activas (calefacción y refrigeración) muy eficiente.

En este sentido, los estándares de construcción tienen la ventaja de que, además de cuantificar aspectos de la sostenibilidad, también ofrecen un conjunto de soluciones concretas para conseguir sus objetivos.

Los estándares de construcción

Mientras que los sistemas de certificación medioambiental intentan controlar todos los impactos medioambientales del edificio a través de sus criterios correspondientes, los estándares de construcción se centran en controlar criterios muy determinados.

La mayor parte de los estándares actuales se han desarrollado para limitar la demanda y el consumo de energía durante del uso del edificio, aspecto que queda reflejado en la factura energética que debe pagar el usuario del mismo. El estándar más conocido en el ámbito internacional es el Passivhaus, desarrollado en Alemania desde finales de la década de 1980. Existen además otros estándares recientes que incorporan el impacto ecológico y de salud ambiental, pero sin la pretensión global de los sistemas de certificación medioambiental. Un buen ejemplo de ese tipo sería el Minergie-ECO (o Minergie- P-ECO), que cuenta con un protocolo de control ecológico muy pragmático.

Un estándar de construcción tiene tres vertientes:

• Requisitos energéticos mínimos. Establece una serie de requisitos energéticos mínimos que se basan, por ejemplo, en limitar la demanda de energía para calefacción y refrigeración, así como el consumo de energía primaria total.

• Conjunto de soluciones. Ofrece al mercado de la construcción un conjunto de soluciones muy concretas para conseguir estos requisitos mínimos, y que suelen comprobarse en edificios prototipo antes de salir al mercado. La mayor parte de los estándares están desarrollados para climas centroeuropeos, de modo que priman las soluciones dirigidas a la época invernal.

• Herramienta de cálculo. Cada estándar ofrece unas herramientas de cálculo para que el proyecto desarrollado cumpla con los requisitos establecidos. Muchos estándares han desarrollado herramientas a medida para arquitectos, los responsables del control energético de los edificios que proyectan, y la más conocida es el PHPP (Passivhaus Projecting Package: paquete para proyectos Passivhaus).

Un rasgo común de todos los estándares es que han sido desarrollados por entidades privadas. Cuando un estándar logra cierto prestigio y se han construido una cantidad mínima de edificios según él, las autoridades regionales o nacionales les otorgan un reconocimiento oficial. Todo ello se produce, evidentemente, tras haber demostrado el buen funcionamiento de estos edificios.

Los estándares van mucho más allá de la normativa oficial y pueden ser considerados la vanguardia en la

construcción energéticamente eficiente. No obstante, debe recordarse que no incluyen todos los criterios de sostenibilidad aplicables en la construcción de un edificio.

A modo de ejemplo, a continuación se exponen dos de los estándares más importantes del mercado:

Passivhaus

El estándar Passivhaus cuenta con más de veinte años de desarrollo continuo y más de veinte mil unidades construidas. Puede considerarse la base de trabajo para los edificios de “energía casi nula” impuesto por la Unión Europea para finales de la década de 2010. Muchos otros estándares —como el francés Effinergie o el italiano CasaClima— se basan en la experiencia del Passivhaus.

Su enfoque sobre el control de la demanda de calefacción y refrigeración es de especial importancia, pues intenta conseguir un control energético mediante el desarrollo de los componentes pasivos de la arquitectura, por un lado, y con el apoyo de sistemas activos energéticamente eficientes, por otro.

A finales de la década de 1980, Wolfgang Feist, actual director del Passivhaus Institut de Darmstadt, y Bo Adamson descubrieron que cuando la carga para calefacción no superaba los 10 W/m2 de superficie útil es posible suministrar el calor necesario para mantener el confort en invierno mediante una ventilación controlada con recuperación de calor. Este caudal de ventilación es el mínimo necesario para garantizar una buena calidad del aire en las estancias interiores (0,3 renovaciones/h). De este modo, podía prescindirse de la instalación convencional de radiadores o suelo radiante y conseguir un ahorro respecto a un mismo edificio de bajo consumo, pero menos eficiente, que tenía que instalar un sistema de calefacción convencional para asegurar el confort en invierno. Esta definición de un edificio Passivhaus sigue siendo válida hoy en día. Con el paso del tiempo, el Passivhaus Institut completó la definición del estándar para climas más cálidos, y recientemente se han construido edificios Passivhaus en varios países del sur de Europa, e incluso en zonas subtropicales, como Japón, Corea del Sur o Nueva Zelanda.

En 1991 se construyó el primer edificio Passivhaus en la ciudad alemana de Darmstadt, que lleva veinte años monitorizado. Los datos de la monitorización han demostrado un funcionamiento energético excelente. En la actualidad, las monitorizaciones en edificios Passivhaus se realizan sobre todo en climas con menos experiencia en este tipo de construcciones o en tipologías nuevas (rehabilitación de viviendas, supermercados, bibliotecas, etc.). Existen también diversos estudios sociológicos que demuestran una gran satisfacción de los usuarios.

El interés del estándar Passivhaus reside en poder simplificar significativamente los sistemas activos de calor y frío, pues este tipo de edificios requieren muy poca energía para mantener muy buenas condiciones de confort climático en su interior. Cabe subrayar que un punto fundamental de la filosofía del Passivhaus Institut desde sus inicios es proyectar y construir edificios de bajo consumo a costes asequibles.

Minergie-ECO

Minergie es el estándar de edificios de bajo consumo en Suiza, y se aplica en diferentes versiones: Minergie, Minergie-P, Minergie-A o combinado con el sello ECO desarrollado por la asociación suiza eco bau.

Minergie-P podría considerarse la versión suiza de Passivhaus; en cambio, Minergie-ECO abarca, además de criterios de bajo consumo energético, ámbitos de calidad de vida y salud, el temario del impacto ambiental de la construcción misma y considera todo el ciclo de vida de un edificio, desde la fase de obra, a la de uso, hasta su demolición.

La ventaja de Minergie-ECO es la sencillez del protocolo de control en la fase del proyecto, que se consigue gracias a un pragmatismo que abarca de manera muy directa los aspectos de la sostenibilidad.

Hasta hace bien poco, el estándar Minergie estaba muy asociado a su país de origen, Suiza, pero actualmente se está preparando una estrategia de expansión con certificaciones prototipo según cada clima. El número de certificaciones crece exponencialmente, y en Suiza se han alcanzado los 25.000 edificios certificados (de ellos, más de trescientos cuentan con la certificación Minergie-P-ECO), a los que hay que sumar 400 edificios certificados en otros países.

Edificio de energía neta casi nula

En su última directiva sobre la construcción de edificios, 5 el Parlamento Europeo ha introducido el concepto de edificio “energía neta casi nula” (NZEB). Según esta directiva “La cantidad casi nula o muy baja de energía requerida debería estar cubierta, en muy amplia medida, por energía procedente de fuentes renovables, incluida la energía procedente de fuentes renovables producida in situ o en el entorno”. Los Estados miembros de la Unión Europea deberán aumentar el número de edificios tipo NZEB hasta que acabe por ser un estándar obligatorio en 2020.

En la actualidad existe una amplia gama de conceptos similares a NZEB, y muchas empresas grandes e instituciones del sector de la construcción están aportando sus propios “sellos”, lo que contribuye a una cierta confusión entre los arquitectos, ingenieros y promotores (por ejemplo, “edificio CO2 neutro”, “edificio de energía positiva”, etc.).

Dentro del concepto NZEB, se pueden distinguir los siguientes subconceptos:

• Energía casi nula en parcela: se genera la misma cantidad de energía que la que consume.

• Energía casi nula en fuente: se genera o compra tanta energía renovable como la energía primaria que consume (energía primaria = energía final (gastada) × factor de energía primaria de cada fuente de energía usada).

• Energía casi nula en costes energéticos: el propietario o usuario paga la misma cantidad por la energía no renovable consumida que la que el recibe por la venta de energía renovable producida en la parcela.

• Energía casi nula en emisiones: se produce la cantidad de energía renovable suficiente como para contrarrestar las emisiones derivadas por el uso del edificio.

En la actualidad no existe aún una definición exacta del concepto NZEB, y es muy probable que se desarrollen diferentes estrategias según las zonas climáticas y culturas constructivas para este tipo de edificios.

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