Arquitectura Pasiva y Eficiente | Introducción y Principios Generales
- Publicado por fundamenta
- On 20/10/2016
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- arquitectura, certificados energéticos, eficiencia energética
En la actualidad, la eficiencia energética goza de un papel fundamental en el sector de la arquitectura y de la edificación. Aunque se tiende a creer que términos como “arquitectura eficiente”, “sostenibilidad arquitectónica”, “arquitectura bioclimática” o “arquitectura pasiva” representan la vanguardia del sector de la construcción, lo cierto es que son mucho más antiguos de lo que pensamos.
En la Antigua Grecia, alrededor del siglo V a.C., Sócrates ya introdujo una tipología edificatoria que, partiendo de la domus griega, modificaba su planta para, mediante una orientación sur y un pórtico in-antis, maximizar las ganancias de radiación solar en invierno, y sombrear el interior en verano. Estas estrategias, de más de 2.500 años de antigüedad, siguen hoy vigentes y, de hecho, son la base fundamental de cualquier vivienda eficiente en climas como el que tenemos en España.
A día de hoy, la Unión Europea, consciente de la importancia de la eficiencia energética en el sector de la edificación, ha fijado una serie de objetivos a corto y medio plazo para todos los países miembros. Para el año 2020 debería reducirse un 20% del consumo de energía primaria, un 20% de las emisiones de dióxido de carbono, y haberse cubierto el 20% del consumo de energía por medio de energías renovables; por su parte, para el año 2050, se pretende lograr una reducción de un 90% de las emisiones de CO2 de los edificios.
Además, todo edificio que se ejecute en a partir del año 2020 en la Unión Europea, debe ser un “edificio de consumo casi nulo” (nearly zero energy building – NZEB); es decir, debe presentar una demanda energética reducida y cubrir su consumo fundamentalmente por fuentes de energía renovables, ya sea generando energía y consumiéndola en la propia parcela, comprando energía renovable, vendiendo energía renovable y comprando energía no renovable, o produciendo la suficiente energía renovable como para contrarrestar las emisiones derivadas por el uso del edificio.
Para dar cumplimiento a las políticas europeas, España ha mejorado sensiblemente su normativa en materia de eficiencia energética en materia de edificación, mediante la entrada en vigor en un primer momento del Código Técnico de la Edificación, y posteriormente de su revisión de 2013. Si ya la transición de las Normas Básicas de Edificación de 1979 (NBE 1979) al CTE de 2006 supuso un cambio importante en la calidad de la construcción en España en todas las disciplinas, desde el año 2013 se ha dado un salto fundamental a nivel de eficiencia energética, por la gran exigencia establecida por la revisión del Documento Básico de Ahorro de Energía.
Por su parte, la entrada en vigor, también en 2013, del Real Decreto sobre certificación energética, debería concienciar a la población sobre la importancia de la eficiencia energética en materia de edificación, propiciando de forma indirecta la rehabilitación energética de los edificios a través de una auto-regulación del mercado, pues una vivienda eficiente debería tener siempre mayor y mejor salida, que otra similar, pero menos eficiente. Consiguientemente, los propietarios de viviendas poco eficientes deberán optar, bien por reducir el precio de venta o alquiler de sus inmuebles, bien por rehabilitarlos energéticamente antes de proceder a su venta; por su parte, los compradores de viviendas poco eficientes conocerán las debilidades a la hora de afrontar su inversión, y podrán destinar parte del ahorro en la compra a rehabilitar el inmueble una vez adquirido. Además, la Administración estudia la posibilidad de premiar a los edificios más eficientes con reducciones en el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI), para fomentar la rehabilitación energética de los edificios existentes.
En realidad, es precisamente sobre los edificios ya construidos donde existe un mayor potencial de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, de consumo de energía primaria y de aumento del empleo de energías renovables. Valga como ejemplo el caso de la Comunidad de Madrid, donde a fecha de febrero de 2015, el 82,02% de los inmuebles certificados gozan de una calificación energética “E”, “F” o “G”, en un baremo que oscila de la “A” (clase más eficiente) a la “G” (clase menos eficiente).
Para mejorar la situación de los edificios existentes, así como para ejecutar edificios de nueva planta eficientes, será imprescindible, en primer lugar, minimizar su demanda energética. Para ello, deberá controlarse la pérdida de energía a través de la envolvente térmica del edificio, reducirse las pérdidas por ventilación, y optimizar las ganancias por radiación solar de forma estacional; es decir, generar una arquitectura pasiva de calidad.
Una vez logrado esto, se buscará reducir al máximo el consumo y emisiones del inmueble mediante la selección de equipos e instalaciones con un buen rendimiento y con fuentes de energía poco contaminantes, a ser posible de carácter renovable. Es importante destacar que la energía útil que obtenemos de nuestros equipos (en forma de calor o frío en el caso de equipos de climatización o de producción de agua caliente sanitaria, y en forma de luz en el caso de instalaciones de iluminación), proviene de una energía final que se transforma en función de la eficiencia de la instalación, y que, a su vez, la energía final proviene de la energía primaria, una vez esta es transformada, transportada y distribuida. Consiguientemente, la naturaleza de la energía y las propiedades de los sistemas son trascendentales a la hora de mejorar la eficiencia energética de un edificio.
Cumplidos todos estos objetivos, podremos hablar de viviendas eficientes, viviendas sostenibles, edificios de consumo de energía casi nulo, NZEB o viviendas pasivas. En definitiva, de edificios donde por las características de sus elementos pasivos, no se precisa apenas energía para garantizar unas condiciones óptimas de confort higrotérmico, y por ende, de edificios muy poco contaminantes, con un coste energético muy reducido. A diferencia de lo que ha venido sucediendo modelo de vivienda generado a lo largo del siglo XX, en el que el mal comportamiento pasivo de los edificios se ha tratado de disimular fundamentalmente mediante una incorporación masiva de la tecnología en la edificación, ahora buscamos un modelo de arquitectura diferente, en la que por medio de un buen comportamiento pasivo, sea posible reducir la tecnología a su mínima expresión.
En próximos artículos analizaremos las distintas cuestiones que será preciso evaluar para minimizar la demanda energética de los edificios, así como su consumo y emisiones de CO2.
Pueden obtener más información sobre certificación energética de edificios y proyectos de arquitectura eficiente en la página web de nuestro estudio de arquitectura. También pueden ponerse en contacto con nosotros y realizarnos cualquier consulta a través del teléfono 91 376 61 27, por correo electrónico a través de info@fundamentarq.com, o a través del apartado contacto de nuestra página web. Fundamenta Arquitectura, Arquitectos de Madrid.
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